Las aguas grises son las aguas residuales procedentes de lavamanos, duchas, bañeras y lavadoras. A diferencia de las aguas negras (también llamadas cloacales o fecales), tienen una baja concentración de materia orgánica, grasas y sólidos en suspensión, sin embargo, contienen una alta concentración de detergentes y cabellos.

Este tipo de agua, que a primera vista nos resulta inservible, puede ser fácilmente tratada y reutilizada, tanto para alimentar los inodoros, como para agua de riego o para limpieza. Las aguas grises son más fáciles de reciclar y reutilizar que las aguas negras, debido a sus bajos niveles de contaminación.

Reciclar las aguas grises contribuye a salvaguardar los recursos hídricos del planeta, aporta grandes ventajas al medio ambiente, permite un desarrollo más sostenible y, además, trae también, un notable beneficio económico. Para poder reciclar las aguas grises es necesario tener una red separativa para las aguas residuales de las viviendas: uno para las aguas negras y otro para las aguas grises.